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ALONSO GIL          Critica    Santiago B. Olmo

 

 

 

Alonso Gil / An error ocurred

An error ocurred cuenta una historia del único modo en el que un boceto puede reflejar una película. Sin embargo y para empezar, no es un boceto, no se trata de una película pero tampoco se trata de un documental en sentido estricto, y sin embargo participa de todo ello aunque va más allá. Podría ser un boceto para una película en la medida en que reúne las condiciones de arranque de varias narraciones pero cierra cada una de ellas en clave documental, en un tiempo suspendido que no necesita continuidad ni flash-back; podría ser una película en cuanto emplea un ritmo narrativo episódico con introducción, pero no alcanza un desarrollo argumental; podría ser un documental porque deja abiertas las posibilidades argumentales y recoge una serie de experiencias, pero no establece ningún discurso de investigación ni de valoración. Podría ser pero no es, reúne todos los elementos de la película y el documental pero es aún algo más, una mirada atenta a la poesía de la picaresca, la tragedia y el fracaso. El video ofrece una perspectiva crítica y documental sobre maneras de sobrevivir en un mundo cada vez más hostil y precario: desde la ventanilla de un automóvil se suceden calles de la periferia sevillana al ritmo flamenco del radio-cassette, se sugiere el contexto de una marginalidad generalizada y a continuación se abren diversos episodios en terrazas muy frecuentadas del centro de la ciudad, en los que diversos personajes de la calle cantan e interpretan canciones, sin instrumentos, manejando latas y cajas para el ritmo, o trozos de cartón rugoso que sustituyen el rasgueo de la guitarra, por unas monedas.

No hay palabras ni comentario, las imágenes condensan el relato de las tragedias individuales, el cante aún permite sonrisa, humor y una cierta alegría: la pieza construye un canto trágico de picaresca y humanidad, que habla del fracaso de una juventud ajada y destruida por la marginalidad y la droga, pero también del ingenio, de la esperanza de un cante a las bravas.

Deprisa, deprisa! (1981) de Carlos Saura marcó el relato épico y heroico, poético, de una juventud abocada a la delincuencia y al crimen, pero también a la droga. Los desolados paisajes de la periferia madrileña de aquellos años y la música de Los Chunguitos servían de marco. Hoy Alonso Gil retoma ese paisaje de derrota pero de pícaro ingenio en Sevilla y con otro formato, más sintético pero también profundamente poético.

 

Santiago B. Olmo