Introducción a la presentación de Victoria Gil    -    Retratos del Sáhara

 

Esta exposición trata de una historia de amor  que me sucedió en el Sahara, un territorio  de náufragos, devastado por el olvido de occidente ante las ansias expansionistas de Marruecos.

La muestra presenta una serie de retratos realizados con tinta china sobre papel amarillo, dibujos que reflejan un momento compartido mientras ellos posaban, entregándome su tiempo para que así yo les pudiera regalar mis gestos y mis sensaciones.

Junto a los retratos hay una tela roja, rota y desmembrada, chorreando a modo de plasma sanguíneo, titulada sí sitio, reflejo del amor al Sahara Occidental, que exorciza  la presencia de la  guerra.

Esta muestra se convierte en un proceso introspectivo por el cual revelo mis sentimientos íntimos y hago partícipe a mi amante actual de mi reconstrucción del pasado, hasta ese instante oculto. Es esta reconstrucción la que me  alivia de la presencia de la guerra. Dolor que comparto con los habitantes del Sahara Occidental.

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Conocí a Quico durante mi exposición en la galería la Máquina Española en Madrid en 1993, pero mi amistad con el no se desarrolló hasta 1999 al sentirme muy interesada en el periódico anarquista El refractor, que él editaba por aquella época, y en donde posteriormente realicé alguna colaboración.

Nuestra  afinidad era la pintura. La admiración que tenía por mi trabajo me daba poder afirmando mis posiciones feministas que el comparaba con algunas anarquistas. Cuando observaba los cuadros se podía advertir un brillo en su mirada y una sonrisa de satisfacción. Le gustaba que las mujeres fuéramos fuertes, y esa fuerza, siendo como soy, tímida, sólo la puedo transmitir a través de mi trabajo con el que experimento una especie de exorcismo. Todavía recuerdo sus palabras: “¿me vas a enseñar las cositas nuevas que has hecho?”. Le gustaba alentarme con nuevos proyectos, que como era constante en Quico, siempre tenía en mente. Llevaba consigo una bomba Orsini de ideas. Yo admiraba su resolución a la hora de editar . Me encantaban los periódicos con grandes titulares de consignas anarquistas que no he olvidado : Ante la lucha de clases: muchas clases de lucha. O aquella de: No ahorréis en pintura.

El último cuadro que hice, que le dejó encantado, fue el que sirvió para cartel del proyecto Copilandia en el que retraté a las dos mujeres piratas Anni Bonny y Mary Read.

Sus textos eran magníficos, sin ninguna retórica, no le gustaba ser retorcido como esos críticos de hoy  de los cuales sentía vergüenza, sus líneas eran muy sencillas, con ocurrencias y anécdotas. Creo que era un superdotado de la pluma y siempre encontraba la palabra adecuada. La cabeza de Quico nunca podía parar y no parará en  mi recuerdo.

 

Victoria Gil

 

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